Y
un mes después de aparcar la bici vuelvo a sentir el viento en mi rostro, el sol en mi cabeza y la "incomoda" vida de la ruta. Me siento feliz. Al pelotón le ocurre lo mismo...

Poca historia hay en mi camino hacia Lombok y Sumbawa. Marcho con la pena que dan las despedidas y la ilusi
ón que proporciona lo desconocido. Procuro no dormirme...

... ni entretenerme en sus negras playas...

... aunque sepa que el pescado es fresco como la misma brisa del mar. Prefiero volver al arroz con pollo que al pescado con piedras

Agur Bali
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